“Un año más nos encontramos a las puertas de las vacaciones de verano y se acerca el momento de una merecidas vacaciones tanto para los niños como para sus familias. A continuación os dejo un artículo que publiqué el verano de 2017 en la web de Telecinco con unos consejos para disfrutar al máximo del verano con nuestros niños con TDAH”.
TDAH Y VERANO
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo que se caracteriza por excesiva inquietud motora, dificultad en el control de impulsos y dificultad para mantener la atención durante un tiempo considerado como adecuado para la edad del niño. Para tener un TDAH estos síntomas deben producir disfunción en las distintas áreas de desarrollo del mismo (generalmente en la esfera académica, familiar y/o social que son los ámbitos en los que suelen desarrollarse la vida de nuestros pequeños) y no suele diagnosticarse antes de los 6 años por ser difícil de distinguir de la inmadurez o la naturaleza normal de los niños más pequeños.
A día de hoy se considera que la prevalencia del TDAH es aproximadamente de un 5% de la población pediátrica a partir de los 6 años, es decir, al menos un niño en cada clase de veinte alumnos…un problema por tanto no desdeñable y con el que pediatras, padres y profesores debemos estar familiarizados.
El tratamiento de estos pacientes debe ser integral, necesita un abordaje psicopedagógico y psicológico y, cuando estas medidas no son suficientes, un tratamiento farmacológico. Habitualmente basándonos en estos tres pilares y con mucho esfuerzo de los adultos que trabajamos con ellos, los síntomas mejoran considerablemente y el funcionamiento del niño en casa y en el colegio pasa a evolucionar favorablemente, pero… ¿y qué pasa cuando llega el verano?
La falta de rutinas, el exceso de tiempo libre y el cansancio acumulado del curso hacen que en muchas ocasiones se complique su manejo…van aquí unas pequeñas recomendaciones para poder “afrontar y disfrutar” esas merecidas vacaciones:
- Mantened las rutinas diarias. En niños con TDAH el tiempo sin estructurar y la falta de rutinas producen confusión y esto puede hacer que se muestren más inquietos, por tanto, dentro del ocio y el descanso, debemos mantener un entorno bien estructurado, respetando horarios y organizando su tiempo libre con actividades que le resulten interesantes. Si va a ocurrir algo que se salga de la norma (viajes o eventos especiales), hay que anticiparse y prepararlo para esos momentos más desestructurados, si es previsible para él afrontará ese momento con más calma y recursos.
- Entrenadlo para saber reaccionar en situaciones potencialmente peligrosas que puedan surgir de su inatención o su impulsividad (por ejemplo, saber a quién recurrir si se pierden en la playa, saberse vuestro número de teléfono o llevarlo apuntado…). Si algo ocurre funcionarán mucho mejor si tiene un plan. No olvidéis tampoco las medidas básicas de seguridad, los niños con TDAH necesitan normas directas y explícitas, por tanto debéis reforzar y recordar las normas a seguir en ambientes potencialmente peligrosos si se comportan de forma impulsiva como puede ser una piscina.
- Seguid trabajando sus dificultades de planificación y cumplimiento de normas de una forma lúdica. Pueden tener pequeñas responsabilidades que les resulten agradables (por ejemplo recoger leña para una barbacoa o ayudar en la cocina con una receta) y que les permitan ver objetivos cumplidos y recompensados.
- Fomentad sus aptitudes. Casi todos los niños con TDAH tienen una habilidad especial, en la mayoría de los casos el curso académico no les permite desarrollarla por la carga escolar, aprovechad el verano para reforzar y desarrollar esa actividad en la que destacan.
- Armaros de paciencia, evitad “reñirle por todo”. El verano es una época maravillosa de descanso y tiempo de ocio compartido con nuestros hijos, pero también aumenta las horas de convivencia y muchas veces los roces. Son inquietos, lo sabemos, a veces insistentes, también lo sabemos, pero es muy importante distinguir lo que se considera “mala conducta” (desafiar, retar, desobedecer…) que no debemos permitir, de lo que es inquietud motriz, que no siempre pueden controlar y no siempre está siendo disruptiva. Mi experiencia me dice que con ellos tenemos un bajo umbral de paciencia, hay ocasiones en que por pequeños gestos tienen grandes castigos. Aprended a distinguir entre una y otra situación y tened paciencia, evitad que sean niños “hiper-reñidos”, al final ellos mismos terminan creyendo que “todo lo hacen mal”.
- Como norma general mantened la medicación. Siempre que los efectos secundarios lo permitan la medicación debe mantenerse durante el verano. Debemos romper con esa sensación de que es una pastilla “para estudiar”, hay que entender que es una medicación que ayuda a funcionar en todos los ambientes (incluidas esferas tan importantes como la social) y no debemos privarles de esa mayor capacidad de autocontrol en el tiempo en que deben descansar, disfrutar y recuperarse del duro año escolar.
Dra. Cristina Cordero Castro
Directora del programa Neuroymás